Santa Fe, Sábado 21 de diciembre de 2024
19-09-2016
Por estos días el Gobierno reafirma con entusiasmo, el error conceptual de su Política Económica.
Por tozudez, ignorancia o fundamentalismo, insiste con un formato que claramente ha fracasado y fracasa actualmente, no solo en nuestro país, sino en el mundo entero.
Su repetición monocorde de Pobreza Cero y Lluvia de Inversiones, tropieza con la dura realidad de modo cotidiano, que opera en claro sentido contrario.
En un mundo de vendedores y no de compradores, el Gobierno Nacional, destruye el mercado interno, con una política irresponsable de apertura indiscriminada de importaciones, que conlleva una clara y nítida destrucción de puestos de trabajo.
La inclusión, el aumento del empleo de calidad y la expansión PYME que venían desarrollándose, con altibajos, pero de manera constante, desde 2004, han quedado en el arcón de los lindos recuerdos.
Al bajar al terreno de la realidad, vemos que no hay crecimiento inclusivo ni federal, que no hay recuperación de las economías regionales y que no hay aumento de productividad. Mucho menos aún, se crean nuevos empleos de calidad bien remunerados, ni se notan mejoras de la condición de vida, de los sectores informales de la economía.
El discurso del aumento de la productividad resulta entonces absurdo, ya que los supuesto compradores de ese aumento de productividad, ven destruidas su capacidad de compra, por la pérdida notoria, del poder adquisitivo de sus salarios. Además, como lo demuestra nuestra historia, crecimiento no siempre implica inclusión. De hecho, los sectores más vinculados a la exportación de materias primas, han visto crecer de modo exponencial su rentabilidad en estos años, sin que esto signifique la generación de nuevos puestos de trabajo, sobre todo por la reticencia de muchos de esos sectores, a cumplir con la legislación laboral, vigente en nuestro país.
El Gobierno del Presidente Macri nos dice que la meta a futuro es crear empleo de calidad con salarios altos, a lo que nadie en su sano juicio podría oponerse. Sin embargo, la vocación de persecución y descalificación de las nuevas universidades públicas, destinadas a mejorar la capacitación de la fuerza laboral de nuestro país, contradice este anuncio. De hecho, el proceso iniciado en 2004 permitió que el porcentaje de nuestros trabajadores con educación terciaria completa, pasara de un 12 a un 17 por ciento en 12 años, colocándonos en el primer lugar de Sudamérica en ese rubro. Por ello, suponer que el mercado por sí mismo va a resolver la masificación de una oferta de empleo de calidad y bien remunerada para una fuerza trabajadora capacitada, es de una candidez inadmisible, sobre todo en quienes se definen a sí mismos, como “El Mejor Equipo de Gobierno, de los últimos 50 Años”.
El Gobierno, en su ignorancia de lo sucedido en nuestro país, y de lo que sucede en el mundo, descalifica lo heredado y trata de ilusionarnos con el futuro deseado, recurriendo a modelos que supone funcionarían por “Analogía Conceptual”. Esta insólita idea presume que lo que falló aquí fueron nuestras políticas, ya que, si otros partieron de condiciones similares y tuvieron éxito, basta con imitarlos para llegar al mismo lugar.
El Banco Mundial enumeró, en uno de sus últimos informes, a las economías que pasaron de situaciones como la Argentina en la década de 1960, a ingresos más altos per cápita en 2010. Nos habla de tres países muy pequeños (Taiwán, Hong Kong y Singapur), de un país desarrollado anteriormente, empobrecido por la segunda guerra (Japón), y de las economías emergentes de la Unión Europea, hoy en claro declive (España, Grecia, Irlanda y Portugal).
La crisis actual, indica que de esa lista, solo Japón ostenta hoy niveles de desarrollo, inclusión y posibilidades de movilidad social ascendente, elogiables.
Además, cada uno de estos casos tuvo puntos de partida distintos al argentino. Incluso dos modelos halagados hasta el hartazgo por el Gobierno Nacional, están mal analizados. El tan elogiado caso coreano omite en el discurso de propaganda de sus admiradores, que la industrialización comenzó en la posguerra bajo una dictadura, con pésimas condiciones laborales que en la Argentina ya eran inaceptables en tiempos del primer peronismo.
La situación de Chile, el otro “modelo” elogiado por el Gobierno Argentino no tiene aún hoy Universidad de acceso público y gratuito, como si tiene Argentina desde 1949, y las condiciones laborales de los trabajadores son muy malas, con sindicatos casi clandestinos, producto de la herencia autoritaria de la Dictadura de Pinochet.
En realidad, el propio gobierno del Presidente Macri admite, por ahora en secreto y en inglés, que ostentamos los mejores índices de desarrollo humano del continente. Esa mirada “oficial” estuvo incluida en el Paper que el gobierno nacional les entregó, a los lobistas y turistas que asistieron a su “Foro de Inversiones”, recientemente.
Queda muy claro entonces, que el precedente exitoso a imitar no está fronteras afuera, sino en nuestro pasado reciente. El objetivo modesto de crecer entre 3% y 4% en los próximos 15 años presentado por el gobierno como un “extraordinario logro”, es nada más y nada menos que lo que Argentina creció en promedio en los últimos 12 años, es decir que no lo hicimos tan mal, y que la herencia no fue tan pesada.
Este desarrollo fue posible en nuestra Argentina, con metas claras de inclusión, aumento de productividad con eje en el mercado interno, empleo de calidad y federalismo, lejos de la “ilusión exportadora”.
“Ilusión exportadora” que nos recitan hace años, y que no registra ningún momento histórico, en que ese paradigma haya redundado en la mejora de la calidad de vida de nuestro pueblo.
Cuando nos dicen que Finlandia pasó de talar bosques a diseñar cortadoras, de ahí, a diseñar maquinarias de precisión, y de ahí, a diseñar Nokia, no nos dicen que todo ese proceso se llevó a cabo con apalancamiento estatal y con inversión genuina, de ahorro finlandés por trabajo propio.
Venderles Malbec a los chinos, alimentos orgánicos a los norteamericanos o turismo aventura a los alemanes es un buen comienzo para encontrarle la vuelta a la exportación de bienes de valor agregado, pero solo el desarrollo y la producción de manufacturas para el mercado interno, generará puestos de trabajo masivos de alto valor agregado, que permitan un crecimiento sostenido y autónomo de nuestra economía, con una redistribución de los ingresos que ciudadanice en términos de sus derechos sociales, a nuestro pueblo.
Como dice el tango, hoy podríamos aplicar al Fondo Monetario Internacional aquello de Yira, Yira cuando Gardel decía, “Aunque te quiebre la vida, Aunque te muerda un dolor, No esperes nunca una ayuda, Ni una mano, ni un favor”.
El futuro está en nuestra memoria histórica, y todos sabemos que estas políticas del Gobierno del Presidente Macri, destruyeron las ilusiones de millones de familias argentinas en un pasado no tan lejano, a instancias del FMI.
Por eso es bueno recordar a Einstein cuando decía “Todo el mundo tiene que sacrificarse de vez en cuando en el altar de la estupidez”. Tal vez al Gobierno Nacional le esté pasando eso.