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MARCELO BRIGNONI

15-09-2016

El Atraso Conceptual del Foro de Inversiones de Macri

Como bien se ha señalado, la unificación del sistema capitalista en 1991 luego de la caída del sistema soviético, duplicó la fuerza de trabajo global disponible, que pasó de 1.500 a 3.500 millones de personas en tres años. Sin embargo hasta estos días, la Caída del Muro de Berlín no alumbró un Mundo más Justo. Ojalá suceda. Aquí intentamos aportar algunas ideas para evitar el error de plegarse dócilmente a la Globalización y al Libre Mercado

El Nuevo Escenario del Mercado Mundial
 
El primer efecto económico de esa duplicación de la fuerza de trabajo mundial, que pasó como decíamos de 1.500 millones de trabajadores en 1990 a 3.500 millones tres años después, fue la modificación de la ecuación básica de la acumulación capitalista, lo que le otorgó un rumbo nítido aunque no del todo deseable, a nuestra época.
 
El resultado fue que el nivel de ganancias del sector capitalista se multiplicó por dos, mientras que el promedio salarial de los trabajadores cayó a la mitad, inaugurando la etapa de mayor rentabilidad de la historia del capitalismo, aun considerando la Revolución Industrial.
 
Los grandes beneficiarios de la disminución del costo laboral han sido China e India, que al irrumpir en el mercado mundial han invertido los términos de intercambio globales (relación entre el precio de las exportaciones vs. el de las importaciones).
 
Al hacerlo, incrementaron el ingreso per cápita de los grandes países emergentes de Asia durante 30 años, lo que le permitió a China extraer de la pobreza extrema a más de 600 millones de personas, y lo mismo sucedió en la India, con 190 millones de personas abandonando su condición de pobreza. Por eso, la República Popular se ha convertido en la más extraordinaria reductora de la pobreza de la historia mundial, proceso facilitado por el férreo control de la conflictividad social, y una democracia de dudosa existencia en el país.
 
La duplicación de la fuerza de trabajo global, produjo la baja de salarios en relación a los existentes hasta entonces, cuando el Estado de Bienestar gozaba de buena salud en Europa Occidental y sobrevivía en USA. Esta situación  disminuyó la estructura de costos de la producción industrial y fijó el piso de la competitividad en el mundo en uh nivel mucho más bajo que el de ese previo Estado de Bienestar pretendiendo colocarlo a escala global, en el nivel asiático. En este período, los trabajadores industriales de USA y Europa han visto sus ingresos reales (ajustados por la inflación) en retroceso ininterrumpido desde 1991.
 
El cuadro que surgió de este cruce de tendencias es el siguiente: el 1% de arriba de la pirámide global ha visto sus ingresos incrementados en más de 60% entre 1988 y 2008 (Banco Mundial), y las nuevas clases medias de los países emergentes, han experimentado un alza de más de 80% para 200 millones de chinos, 90 millones de indios y 30 millones de brasileños, que han resultado ser, algunos de los escasos beneficiarios entre los pobres del mundo, del proceso de globalización.
 
Es cierto que ha habido una mejora de la situación del 30% de los deciles más bajos de la pirámide de ingresos per cápita, con alzas en sus ingresos de 40% a 50%, con la excepción del 5% de la extrema pobreza, cuyos ingresos no han crecido, aunque su número se ha reducido. La pobreza extrema de menos de US$1,25 por día per cápita, ha mejorado 10 puntos en 20 años.
 
Pero los grandes perdedores han sido los trabajadores organizados sindicalmente de todo el mundo, sobre todo las clases medias de los países avanzados, y en especial los trabajadores industriales, cuyos ingresos han crecido en todos los casos desde entonces, muy por debajo del alza de la rentabilidad empresarial.
 
La globalización ha creado un número de nuevos perdedores, concentrados centralmente en los países avanzados, y una enorme mayoría de ciudadanos del mundo que no han mejorado su situación.
 
Este desequilibrio estructural ha adquirido un carácter explosivo a partir de la crisis financiera internacional 2008-2009. 
 
Desde 2008
 
La diferencia de 2008 con las anteriores crisis, es que ahora el sistema financiero no tiene ningún compromiso con la producción ni con los ciudadanos, como tal vez lo tenía en los 30 o los 70. Hoy es un subsistema que funciona por y para sí mismo, colonizando la dirigencia política y gubernamental a partir de financiar sus carreras políticas. Esta dependencia es la principal responsable de la mala resolución de 2008, generando déficit a fin de atravesar la crisis con éxito. Esto de hecho encubre la profundidad de la crisis e incluso se intenta revertirla temporalmente por medio de los efectos del crédito bancario falso, que se registra como una mamushka, donde solo hay un papel dentro de otro sin ningún bien material que lo respalde. Así se crea un boom ficticio. Esto no fue lo que pasó en el capitalismo desarrollado a fines de los años 20, especialmente en la Bolsa de Valores, donde la gente podía financiarse tomando prestado, con el respaldo de acciones que podían comprar y vender gracias a los márgenes de ganancia que daba la operación, de bienes y de compañías, físicamente existentes. 
 
Otra clara diferencia es la extensión que ha tomado la intervención del Estado. Hay, por ejemplo, una enorme regulación e intervención del Estado en todo el sistema financiero y bancario en todos los países capitalistas avanzados. Esta intervención fue, precisamente, consecuencia de la experiencia extraída de la gran depresión de los años 20 y 30. Esto quiere decir que el Estado ha tratado de establecer reglas que limitan la sensibilidad del sistema bancario, para prevenir un colapso tipo shock y no lo ha logrado. 
 
La crisis de 2008 tiene una enorme responsabilidad de los gobiernos, aunque estos lo nieguen, ya que su supuesta intervención no impidió que el sistema bancario tuviera caídas. Sabemos que en países como Estados Unidos, Japón y otros, las bancarrotas y los colapsos de los bancos están en el punto más alto desde la última gran depresión. Desde 2008, solo se han sostenido con apoyo estatal. De hecho la Bolsa japonesa cayó en los comienzos de los años 90, en términos reales ajustados por inflación, más de lo que cayó la Bolsa de Estados Unidos en 1929. La diferencia está en que la caída de la Bolsa del 29 fue muy autónoma, mientras que las caídas de las Bolsas en los 70 y 80 se extendieron a lo largo un período de doce años, aproximadamente, y fueron asistidas por el Estado, lo mismo que la crisis de 2008.
 
Una razón por la que sucedió esto, es que hubo mucho más crédito, lo cual bombeó al sistema hacia arriba, con el costo, por supuesto, del aumento exponencial de la deuda. Esto, en sí mismo, llevó a una situación muy peligrosa, pero en todos los países capitalistas avanzados, el Estado ha apoyado al sistema bancario creando reservas, ya sea directamente o incurriendo en enormes déficits fiscales.
 
Nunca ha hecho esto en beneficio de los trabajadores o de la industria productiva en los últimos 25 años. Este Capitalismo Globalizado Financiero es claramente, aunque se horroricen muchos de escucharlo, lo que nosotros describimos como un “Financierismo Estatal sin Competencia de Mercado”.
 
Bancos Si, Producción No
 
A lo largo de la historia, enormes empresas han entrado en colapso y también grandes bancos, pero efectivamente han ido a la bancarrota en todos los países capitalistas avanzados, solo las empresas y muy raramente los bancos. Hemos visto que el Estado ha intervenido para impedir estas caídas, especialmente por el supuesto peligro de que se extendiera a otras empresas la crisis bancaria, y los bancos han transferido sus pérdidas de modo sistémico, a la órbita pública estatal.
 
Esta crisis sin fin, ha producido “nuevas escenografías políticas” como el referendo británico, donde el factor decisivo de la victoria por 3 puntos de la opción “por salir” (51,3% vs. 48,7%) fue el voto de la clase trabajadora industrial de los distritos del norte de Inglaterra. De ahí también el probable triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de USA, el próximo primer martes de noviembre.
 
Hay una virtual “sublevación desesperada” de los trabajadores industriales del mundo avanzado, que han sido los grandes perjudicados por el proceso de globalización de los últimos 25 años.
 
Aunque resulte obvio, es necesario recordar que el capitalismo no se regula por los intereses de los trabajadores ni ya de los productores, sino por los intereses del capital y los intermediarios, y esto está hoy más claro que nunca. La Globalización Financiera es la principal herramienta de esta estrategia. Entonces solamente podemos juzgar si ha habido una recuperación desde el punto de vista del capital, en los últimos años, en los países capitalistas avanzados, viendo la  recuperación de la rentabilidad y el mejoramiento de la riqueza de los más ricos, sin mejoras de los más pobres.
 
USA Hoy
 
Los tres principales precandidatos presidenciales de USA, Hillary Clinton, Donald Trump y Bernie Sanders, expresaron explícitamente su oposición al  Tratado del TransPacífico (TPP), el acuerdo de libre comercio suscripto por el gobierno de Barack Obama y 11 países de la región de la Cuenca del Pacífico, que aborda una variedad de materias de políticas públicas y que fuera formalizado finalmente el 4 de febrero de 2016 en Auckland, Nueva Zelanda. Sus miembros son Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Vietnam.
 
Sin embargo, hace pocos días, ambas Convenciones Partidarias, Republicana y Demócrata incorporaron en ambas plataformas electorales, su impugnación conceptual y política al  Tratado del TransPacífico (TPP), a tal punto que figura oficialmente en ambos casos, la propuesta de repensar el mismo.
 
El TPP es el mayor pacto comercial sellado a partir de 2001 y abarca 40% del PBI mundial, en la región de más rápido crecimiento de la historia del capitalismo. Ha sido creado a instancias de USA, como instrumento de contención a la expansión geopolítica y económica de China.
 
Encuestas recientes en USA indican que el rechazo al TPP entre republicanos y demócratas se eleva al 70% y 80% respectivamente. Un porcentaje que varía entre el 60 y el 70 % de los votantes ha manifestado también, su insatisfacción con el accionar al respecto, de la Casa Blanca y el Congreso en Washington. 
 
Las elecciones americanas de este año 2016, cierran un ciclo iniciado en 1991, cuando después de la caída de la Unión Soviética, se generó la unificación del sistema y se desató el proceso de globalización del capitalismo, abarcando a los grandes países del continente asiático, por primera vez en la historia.
 
La desindustrialización en USA
 
El nivel de participación de la fuerza de trabajo norteamericana es el más bajo de la historia. Era 67,2% en 2000 y cayó a 62,1% en 2015; y esa disminución se refiere ante todo a los hombres en condición de trabajar entre 25 y 54 años de edad, sólo poseedores de educación secundaria. La mitad de los hombres de USA sin secundaria completa, está fuera del mercado de trabajo, y no por su decisión.
 
Esto afecta incluso a los que disponen de un puesto de trabajo. Entre 1975 y 2014, los ingresos de los trabajadores estadounidenses con educación secundaria pasaron de 80% de los montos recibidos por los sectores de alto nivel educativo a menos de 60%, y esta tendencia declinante se ha acelerado a partir de 2000.
 
En USA se modifica la curva de demanda de los trabajadores de menor calificación, que afecta tanto el nivel de empleo como su capacidad de percepción de ingresos reales. La fuerza de trabajo industrial en USA se redujo más de 6 millones de trabajadores en los últimos 15 años (eran 17 millones en 2000 y ahora son 11 millones).
 
La productividad industrial estadounidense creció 4% anual en este periodo, y a partir de 2006, al desatarse la nueva revolución industrial – que EE. UU. encabeza en el mundo con su autoabastecimiento energético no tradicional –, el incremento de la productividad adquirió un carácter exponencial, con una correlativa tendencia a la desaparición de la fuerza de trabajo como actividad física y directa, para ser reemplazada por la “inteligencia colectiva” (como se denomina al conocimiento universal procesado).
 
Al mismo tiempo, la manufactura norteamericana tiene ofrecidos más de 4 millones de puestos de trabajo que no son ocupados por carecer el mercado de trabajadores con suficiente calificación. La desocupación en USA es hoy levemente menor (6,7%) a la que tenía en los 10 años previos a la crisis 2008-2009, pero la clase media es hoy menos de la mitad de la población de USA por primera vez en su historia. Era 61% del universo adulto en 1960 y se redujo ahora a 44%.
 
El sector más perjudicado por esta reducción es el menos educado. Por eso, la distancia entre los ingresos reales de los norteamericanos con grado universitario y los que sólo poseen títulos secundarios se ha multiplicado por dos entre 1979 y 2012.
 
Mientras la tasa de mortalidad de todos los grupos sociales y étnicos norteamericanos declinó 2% anual en los 20 años previos a 1998, a partir de ese año, la mortalidad de la clase trabajadora industrial blanca (entre 45 y 54 años de edad) aumentó 0,5% anual, único caso en USA. Significa que en este período hubo más de medio millón de muertes por causas exclusivamente originadas en su particularidad socio-económica.
 
Esas causas son básicamente tres: el suicidio, las drogas y el abuso del alcohol. La clase trabajadora industrial estadounidense se destruye a sí misma en forma deliberada, en un ejercicio extraordinario de autoflagelación, producto de su falta de horizontes y su declinación social permanente.
 
Esto explica de algún modo, que la intención de voto en los estados industrializados del Medio Oeste Americano (Ohio, Pensilvania, Wisconsin, Illinois) en los trabajadores industriales blancos entre Donald Trump y Hillary Clinton, es 7 a 3 a favor del primero. En esos estados, la proporción de votantes de Bernie Sanders que señalaban que si tienen que elegir entre Clinton y Trump en noviembre elegirán al segundo es más de 42%. Hillary es más de esta medicina, que los trabajadores americanos no quieren seguir tomando.
 
Estos acontecimientos modifican en sus raíces la política mundial en 2016 y nuevamente el epicentro de los acontecimientos globales es USA, ante lo que nuestro país, debiera tomar algunos recaudos
 
Argentina 2016
 
Como decíamos, el problema del impacto de la apertura del mercado interno de nuestro país, y su clara depreciación en este 2016, no puede ser visto superficialmente.
 
Parecería que para cada actividad económica argentina la posibilidad del mercado chino, de Brasil o de la Unión Europea, es la única posibilidad de expansión de sus posibilidades. Pero, desde el punto de vista del sistema en su conjunto, es en gran medida una ilusión del comercio internacional: ningún país puede comprar más de lo que vende, salvo que se endeude. Uno se endeuda con aquel al que le está comprando, en cuyo caso ellos están pagando por ello, o uno aumenta la deuda interna para hacerlo. Eso sucede lamentablemente hoy en nuestro país, agravado por la indiscriminada apertura de importaciones.
 
Y cuando decimos indiscriminada queremos señalar que nos referimos a que el SIMI (Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones) que reemplazó en 2016 a las DJAI (Declaraciones Juradas Anticipadas de  Importación), bajo el opinable argumento del cumplimiento de un fallo de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que exigió al país suprimir trabas a la importación ante una demanda de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, funciona como libre de restricciones en los hechos, ya que ningún pedido es desestimado, lo que transforma en la práctica al SIMI, en un mero registro de importaciones, y no en una herramienta aduanera. De hecho tan solo en Diciembre 2015  se dio la  aprobación automática de unos 35 mil pedidos de importación que se habían cursado a través de las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (DJAI)
 
La insuficiencia de las DJAI (Declaraciones Juradas Anticipadas de  Importación) para dar cuenta de un comercio internacional complejo y competitivo, no significa que su reemplazo por el SIMI (Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones) haya sido una medida correcta.
 
Argentina solo ocupa el puesto 48 como exportador en un mundo donde se destacan en ese rubro en 2015, China, USA, Alemania, Japón y Holanda,  por lo que el cuidado de nuestro Mercado Interno y la regulación de nuestras importaciones, debiera ser algo tan obvio como deseable.
 
Algunos Ejemplos Europeos
 
Tan solo como ejemplo contrario a esta ingenuidad, vale recordar que desde 1955 Francia ha sufrido numerosas advertencias y condenas de la OMC, desde el fallo que en ese año la condenó por la Aplicación del entonces denominado IMPUESTO ESPECIAL TEMPORAL DE COMPENSACION PERCIBIDO SOBRE LAS IMPORTACIONES. Aquella decisión de la OMC de 1955, no significo que Francia se incorporara alegremente al Libre Mercado Internacional y de hecho siguió protegiendo a sus productores y trabajadores desde entonces, con medidas arancelarias y para arancelarias que llegan a nuestros días.
 
De hecho, ha sido el estado Francés, el principal impulsor de la Unión Aduanera que hoy contiene a los 27 Estados miembros de la UE constituyendo un único territorio,  donde no existen barreras arancelarias entre los Estados miembros, quienes si aplican un Arancel Aduanero Común a los productos importados.
 
La experiencia del grueso de las normas aduaneras de la UE que se recogen en el Código Aduanero Comunitario, es un buen  punto de partida para la reflexión de un nuevo sistema que regule en Argentina el Comercio Internacional en defensa de los intereses de la producción local y sus puestos de trabajo respectivos. 
 
El Código fue adoptado en virtud del Reglamento (CEE) nº 2913/92 del Consejo (DO L-302 19/10/1992) y el Reglamento (CEE) nº 2454/93 de la Comisión (DO L-253 de 11/10/1993), que establece sus disposiciones de aplicación. Debieran ser observados como posibilidad de adaptación en nuestro país, e incluso como readapatción del comercio internacional intra MERCOSUR.
 
Allí se crea el EORI “Economic Operator Registration and Identification” (Registro e Identificación de Operadores Económicos) que debe ser también considerado. 
 
El número EORI es en los hechos una barrera para arancelaria adoptada por el conjunto de la UE, y se comenzó a utilizar el 1 de Julio de 2009. Es un identificador, único en toda la UE, asignado por la autoridad designada en cada Estado Miembro a los operadores económicos, empresas (personas jurídicas) o personas físicas, que debe ser utilizado como referencia común insoslayable en las relaciones de éstos con las autoridades aduaneras de toda la UE. 
 
El operador deberá utilizar este número en todas las comunicaciones con las autoridades aduaneras comunitarias, en las declaraciones aduaneras y en los pedidos de importación extra Unión Europea. 
 
Los operadores económicos establecidos fuera de la UE tendrán que solicitar un número EORI para poder operar en alguna instancia aduanera de la UE, que determinara sus características y duración.
 
La aplicación del EORI también tiene lo que se conoce como “Enmienda de Seguridad” (Reglamento (CE) nº 648/2005, del Parlamento Europeo y del Consejo (DO L-117 04/05/2005), la que también debe cumplirse lo mismo que la Declaración Sumaria de Entrada (ENS).
 
La existencia y vigencia del EORI y sus disposiciones complementarias funcionan en la práctica como un certificado de importación, el que según la propia UE “tiene por objeto garantizar una gestión correcta de la organización común de mercados”. Y es lo que regula la capacidad y posibilidad de importar en la Unión Europea que como se observa claramente, no es un “Libre Mercado”.
 
Reflexión Final

Debiéramos mirar las formas y políticas de aquellos países a los algunos quieren imitar.
 
Hasta USA cuestiona hoy las Políticas de Libre Comercio, en defensa de sus trabajadores y sus industrias. El debate de estos temas en nuestro país atrasa, lamentablemente.