23-07-2020
OPINIÓN via @ElPaisDigitalOK La catástrofe política que sufre el pueblo ecuatoriano es lo que insólitamente defiende la vocería del sistema financiero argentino, como “negociación exitosa”, de la reestructuración de su deuda
El último 7 de julio, el Presidente de Ecuador, Lenin Moreno, ejemplo vivo de la traición a que puede llevar la ambición descontrolada, junto a su Ministro de Finanzas, Richard Martínez anunciaron el ominoso y ruinoso acuerdo denominado “Reestructuración de Deuda Soberana del Ecuador”. Un acuerdo parcial, y claramente beneficioso para los acreedores, y sobre el que poco se explicó acerca de sus alcances financieros y nada de lo referido a sus condicionalidades políticas, igual o más ominosas que las financieras.
Lenin Moreno ha llevado adelante una gestión “inolvidable” de la Presidencia del Ecuador, con un índice de aprobación que se ha desplomado en 2020, lo que lo ha obligado, por presiones indisimuladas de Estados Unidos, a no intentar la reelección en 2021, para no obstruir el camino de continuidad colonial al que aspiran las élites ecuatorianas.
En tanto, el ministro de Economía y Finanzas, Richard Martínez, ya tiene varias mociones de juicio político pendientes en su contra y fue criticado por gastar dinero en el pago a los acreedores externos, en lugar de dedicarlo a la epidemia de coronavirus, que arrasó con la ciudad de Guayaquil, y con todo el país.
Este Ecuador se parece mucho, al sueño ideal de los propulsores de la indefensión latinoamericana. Un gobierno repudiado, sin ninguna autoridad política o respaldo popular, solo preocupado en sus principales funcionarios, por evitar la cárcel al final de sus mandatos.
La catástrofe política que sufre el pueblo ecuatoriano, es lo que insólitamente defiende la vocería del sistema financiero argentino, como “negociación exitosa”, de la reestructuración de su deuda.
Breves imágenes del naufragio de la negociación
Desde el punto de vista social, y a pesar de la pandemia, el gobierno de Lenin Moreno comprometió un recorte del gasto social de 1400 millones de dólares en 2020 y de nada menos que 16 mil millones de dólares en los próximos 10 años, lo que Lenin Moreno presentó como “ahorro” y no como recorte.
Moreno admitió un interés anual del 5,2 % en la renegociación, a pesar de la crisis internacional que muestra una tasa de referencia de la Fed estadounidense de cero % con tendencia a transformarse en negativa.
Moreno admitió también, una quita de solo el 10% del capital negociado hasta aquí, algo así como 1500 millones de dólares, que al prorrogase los plazos con tasas del 5,2% anual, terminan significando un incremento y no una reducción de la deuda total del país, al final de su hipotética cancelación.
La deuda externa de Ecuador suma unos 41.564 millones de dólares, expandida de modo notable por la insolvencia cuasi dolosa de Moreno y su gobierno. Varios organismos multilaterales aparecieron en 2019 como salvavidas de Ecuador al ofrecerle créditos por casi 10.300 millones de dólares a ser desembolsados en solo tres años. El FMI es el mayor aportante con 4.200 millones. Una hipoteca lisa y llana del futuro de su pueblo. Cualquier similitud con lo actuado por el Gobierno de Mauricio Macri en Argentina no es casualidad. Ecuador y nuestro país han quedado severamente condicionados, después del paso de estos personajes por sus gobiernos.
Por si esto no fuese materia de festejo suficiente para los “inversores”, en el acuerdo no quedo reflejado ninguno de los mecanismos que la comunidad financiera internacional diseñó para solucionar los desajustes de las renegociaciones de deudas soberanas. Principalmente uno de ellos, las Cláusulas de Acción Colectiva (CACs) que buscan eliminar todo incentivo que pueda llevar las negociaciones de la deuda a un punto muerto judicial. Su inclusión en los acuerdos fue expresamente impugnada por varios de los fondos intervinientes en la negociación. El Gobierno del Ecuador acepto que no fuese obligatorio para todos los acreedores que no ingresen a la reestructuración, un resarcimiento de cifra similar al acuerdo al que se llegue entre Ecuador y los tenedores del 75% de la deuda total. Esta omisión de las CACs, que no permiten que cualquiera de los tantos acreedores pueda desconocer el acuerdo mayoritario y reclamar en sede judicial neoyorquina trato diferencial a su propia acreencia, fue admitida mansamente por las autoridades del Ecuador.
Los fondos que alcanzaron el acuerdo preliminar para reestructurar un poco más de 17 mil millones de dólares son: AllianceBernstein, Ashmore Group Plc, BlackRock Inc, BlueBay Asset Management LLP y Wellington Management Company LLP. Sin embargo, una importante cantidad de acreedores no ingresaron a la reestructuración y todo indica que no lo harán antes de la fecha tope del 15 de agosto, al tener expedita y al alcance de la mano la vía judicial de exigencia del pago nominal de los títulos, aceleración de deuda incluida.
Un último párrafo para las condicionalidades políticas que no aparecen en forma explícita pero que están claramente expresadas y admitidas en forma tácita. Moreno no debe ser candidato a su reelección. El desprecio popular que genera su figura y su gobierno, haría imposible la continuidad deseada de la administración colonial del país. Otto Ramón Sonnenholzner, reciente vicepresidente renunciado de Lenin Moreno, sin que nadie lo hubiese votado, será el candidato de la derecha ecuatoriana.
Promovido por la elite de Guayaquil, este empresario Presidente de la Asociación Ecuatoriana de Radiodifusión (AER), de clara vocación neoliberal y sumisión pro estadounidense, será la “novedad” que la oligarquía del Ecuador pondrá en la cancha, para intentar mantener el gobierno.
La otra condicionalidad política no dicha, del acuerdo de “renegociación” de la deuda ecuatoriana, es la proscripción de Rafael Correa y de su fuerza política, en cuya materialización acudió raudamente, la autoridad judicial y electoral ecuatoriana.
En algún punto es repudiable pero entendible. Durante la gestión de Rafael Correa, Ecuador declaró en 2008 el default planificado de la deuda contraída por los gobiernos anteriores y recompró la misma en 2009 por 2.900 millones de dólares, con descuentos y quitas del 65% al 70%, reinvirtiendo esos dineros ahorrados en la usura, a favor del desarrollo del país.
El debate con Correa sería imposible de sostener para el bueno de Otto Ramón Sonnenholzner.
El Gobierno de Ecuador es el camino de todo lo que no hay que hacer, es todo lo que está mal. Felizmente Argentina tiene otro rumbo. El pueblo argentino lo decidió sabiamente, en octubre de 2019.