Santa Fe, Jueves 12 de diciembre de 2024
25-09-2016
El Sabado 24 de Septiembre, Jeremy Corbyn ratificó su presuntamente discutido liderazgo, con un impactante 61,8 por ciento de los votos de las bases y fue reelecto como líder del Partido Laborista de Gran Bretaña. Mientras tanto, casi el 80 por ciento de los parlamentarios de su partido, rechazaban la continuidad de su liderazgo y apoyaron al candidato alternativo y pro conservador, Owen Smith. Cualquier similitud con la situación de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, no es casualidad.
El laborismo inglés, y el justicialismo argentino, en parte de sus estratos dirigenciales, atraviesan una confusión bastante comun, que los lleva en algunos casos, a creer que acompañar los postulados de las políticas neoliberales en sus respectivos países, es lo que los transformara en fuerzas políticas “serias y viables”.
Corbyn fue reelecto como líder del Partido Laborista, con el respaldo mayoritario de las bases, de los sindicatos y los trabajadores, e incluso logró un mayor apoyo que el obtenido hace un año, cuando fue elegido líder laborista. Más de trescientos mil afiliados en toda Gran Bretaña, le dieron su respaldo.
La crisis de representatividad, de dirigencias que diciendo representar fuerzas políticas otrora defensoras de los derechos de los trabajadores, hoy navegan en la búsqueda de ser “políticamente correctos”, quedó expuesta de modo explícito, en lo sucedido en Liverpool.
Ayudar a una “gobernabilidad”, claramente contraria a los intereses de los trabajadores, no parece ser una alternativa valorada por ellos ni por los afiliados del laborismo. Con solo ver la debacle del socialismo europeo, tal vez el ejemplo más patético de esta defección, es todo más comprensible.
La “gobernabilidad”, ese término utilizado para explicar a los electores de las fuerzas políticas populares, que sus aspiraciones forman parte de un pasado “populista” que no se debe repetir, empieza a ser descubierta en su real significado de deterioro de sus vidas cotidianas, por la ciudadanía.
Bienvenidos sean, dirigentes como Jeremy Corbyn y Cristina Fernández de Kirchner, defensores de un conjunto de ideas y convicciones, vinculadas a la defensa de los que menos tienen, y cuyas tradiciones laborista y peronista los impulsan a continuar.
Aquellos dirigentes que creyeron que la historia terminó y que los pobres “perdieron para siempre” han tenido en Liverpool una mala noticia. La lucha de los más débiles por un mundo más justo, sigue más viva que nunca.
Y los pueblos, están dispuestos a demostrar que buena parte de esas dirigencias son cada vez más prescindibles, en la construcción de un proyecto popular y un mundo más justo.
La utopía sigue estando entre nosotros y claramente visible, felizmente.