Santa Fe, Jueves 21 de noviembre de 2024
20-02-2017
Este 20 de Febrero se cumple un mes de la asunción de Donald Trump como el 45° presidente en la historia de Estados Unidos, y se impone un primer balance de lo actuado, y de su influencia en nuestra Región y nuestro País
Estados Unidos es la primer potencia mundial, tiene el mayor PBI en el mundo con 17 billones de dólares. Es el tercer país en población en el mundo con 318 millones de habitantes, luego de China y de India que entre ambos suman casi 2500 millones de habitantes en el mundo, y es el cuarto país en superficie del mundo con 9,3 millones de kilómetros cuadrados, después de Rusia con 18 millones de km2 y de China y Canadá.
Es importante analizar el presente de Donald Trump en dos etapas. La primera referida a las razones y las formas de su triunfo electoral y la segunda intentando describir lo que han sido sus principales iniciativas en estos 30 días en Washington y su impacto en nuestra región.
La desigualdad, como un insumo del resultado electoral
Donald Trump superó los 270 votos electorales necesarios para obtener mayoría del Colegio Electoral de 538 miembros que designa al Presidente de Estados Unidos. Sin embargo, por segunda vez en la historia reciente y al igual que George Bush hijo en 2000, no fue el candidato más votado, quedando a un poco más de 200 mil votos de Hillary Clinton.
Además, sus 279 electores quedan muy lejos de triunfos como el de Ronald Reagan en 1984 con el apoyo de 525 electores o el de Bill Clinton en 1996 con el apoyo de 379 electores.
Trump sin embargo ha ganado en estados del Noreste de perfil industrial, como Pensilvania y Michigan, históricamente soportes del Partido Demócrata, pero también en Texas, Kansas, Dakota del Sur, Wyoming, donde Bernie Sanders había ganado la interna demócrata, Dakota del Norte, Misisipi, Alabama, Tenessee, Kentucky, Indiana, Montana, Virginia Occidental, Carolina del Sur, Carolina del Norte, Oklahoma, Arkansas, Luisiana, Nebraska, Misuri, Idaho, Ohio, Florida, Utah, Georgia y Iowa. La derrota de los demócratas fue notoria en muchos de sus viejos bastiones electorales.
Hillary se adjudico Nueva York, Maryland, Delaware, Nueva Jersey, Massachusetts, Illinois, Connecticut, Vermont, Nuevo México, California, Oregon, Washington, Colorado y Nevada. Estados con mucha población urbana universitaria de lo que se conoce como “el corazón liberal” americano.
Esta desigualdad señalada, hace que Estados Unidos se encuentre en el puesto 29° en las mediciones internacionales de educación, que haya tenido sistemáticos retrocesos en el índice de Gini que la mide, que ostente un retroceso marcado en la distribución del ingreso y observe un avance de la precarización de las relaciones laborales.
Sin embargo, es un país contradictorio, donde a pesar de una tradición que no reconoce como derechos legalmente exigibles o constitucionales, a los que nosotros denominamos Derechos Sociales, al punto de ser el único país que no ha firmado la Convención por los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas el 20 de Noviembre de 1989, también es Estados Unidos, es el país en donde se originó la lucha de los obreros por la reducción de la jornada laboral, en aquel 1 de mayo de 1886, en Chicago.
En este contexto de deterioro sostenido de la calidad de vida de sus trabajadores, sin demasiados precedentes históricos, se provocó un hartazgo electoral que desoyó las sugerencias y presiones de buena parte del establishment político-financiero-militar de Estados Unidos y decidió votar por Trump.
Estados Nación vs Globalización Corporativa
Esta disyuntiva o contradicción principal, se acerca mucho a erigirse, como motor de la desigualdad, en la explicación principal de la crisis europea, del ascenso de Donald Trump en Estados Unidos y del resultado electoral correspondiente. Los trabajadores del hemisferio norte occidental, empiezan a entender, que deben liderar la lucha contra la globalización neo liberal, que promueve la desterritorialización de las empresas originarias de esos países, que de continuar, deteriorará sin límites el Estado de Bienestar.
La aparición de Trump y la consolidación de Putin, marcan una reverdecer de los Poderes Estatales-Nacionales para coordinar y en algunos casos subordinar los Desarrollos de Modelos de Negocios Transnacionales Antiestatales, como los derivados de los Fondos de Inversión, y de empresas como Facebook, Google, Uber y otros cuyas estrategias globales prescinden, y en muchos casos combaten, la territorialización de la producción y del comercio y la responsabilidad fiscal concomitante.
Los debates de Trump con Ford Motor Company, Apple y Nike vislumbran esa intencionalidad, la de redefinir el carácter geográfico y nacional de los capitales y la decisión de que los modelos de producción y la distribución de roles en materia de distribución del trabajo a escala global, lo lideren los estados nación y no los fondos de inversión y las estructuras financieras globalizadas. La consolidación de la composición societaria de Gazprom, es la contracara rusa de una idea bastante similar.
El intento de Trump de la vuelta a la territorialización de la producción, impactó sobre manera, en un electorado que pretende el relanzamiento de un modelo de negocios donde el empleo, promovido desde la renta empresarial de localización geográfica explicita, alumbre un rediseño productivo. Los resultados electorales del medio oeste americano y su cordón industrial “oxidado”, abonan esta hipótesis.
Mientras tanto, la dinámica de la Globalización Corporativa, que tal vez esté expresada como en ningún otro sitio, en el Foro de Davos, sigue adelante. Allí la dirigencia política asiste en carácter de “meros lobbistas” por ante las empresas multinacionales, y no al revés. La última edición y la defensa irrestricta de la globalización neo liberal y el libre mercado, por parte del líder chino Xi Xinping es bastante paradójica al respecto, aunque no por ello menos entendible.
China con sus casi 900 millones de potenciales trabajadores de bajo costo, se transformará probablemente, en la bandera de la globalización neoliberal, ante la deserción de Estados Unidos y Rusia, que buscan modelos productivos mas “controlados” por los Estados Nación, y por ende más “territoriales”.
China tiene la ventaja estratégica, de su enorme ejército de mano de obra barata, y de su sistema político que no necesita consensos electorales, para la reproducción de su modo productivo, lo que incluso hace más atractivos los márgenes de rentabilidad presunta y radicación, de las empresas corporativas globales, que maximizan sus tasas de ganancia.
Esta decisión de “resistencia” de los trabajadores del norte occidental, produce como decíamos cambios políticos verdaderamente acelerados. Citemos algunos:
Brexit en Reino Unido, que obligo a la renuncia de David Cameron
Referéndum Italiano, que obligo a la Renuncia de Mateo Renzi
Conformación forzada de gobierno en España
Elecciones de Austria con pequeñas diferencias que evitaron la instalación de un gobierno neonazi
Consolidación del liderazgo de Jeremy Corbyn en el Partido Laborista Británico, a pesar del repudio del 80 por ciento de sus propios diputados.
Triunfo de Trump en Estados Unidos
Triunfo sorpresivo de Benoit Hamon derrotando a las autoridades partidarias y al Gobierno de François Hollande en las internas del Socialismo Francés.
Ascenso sostenido de la intención de voto del Socialismo Aleman ante Merkel.
Más allá del variopinto ideológico y político, de estas opciones electorales, lo cierto es que la globalización neo liberal, es crecientemente repudiada en todos los países desarrollados del Hemisferio Norte.
Esta decadencia de los sistemas parlamentarios y de las democracias occidentales, alimenta el surgimiento de posiciones nacionalistas y proteccionistas de distinto signo, algunas de las cuales promueven la centralidad política de los trabajadores y de las victimas sociales de la globalización y otras en nombre de la identidad nacional, promueven acciones xenófobas con un impacto extraordinario en la convivencia mundial, en lo que el mismo Papa Francisco ha denominado con lucidez y preocupación como la “tercera guerra mundial en cuotas”.
20 de Enero de 2017
Trump asume la presidencia en el marco de un país en donde creció sistemáticamente la desigualdad, sobre todo en los últimos 12 años, y por ende los niveles de su desarrollo humano se han ido todos hacia abajo, y donde su política exterior en los últimos 8 años, solo produjo inestabilidad política y territorial, violencia y el surgimiento de grupos con una impronta anti norteamericana, de beligerancia militante.
Objetivo primero, equilibrar el déficit comercial y construir un nuevo mapa internacional
Como sabemos, lo medular de la política de Estados Unidos es su política exterior, o como dijera Juan Domingo Perón “La verdadera política es la política internacional”. Por ello la definición medular de su gobierno fue la designación de su secretario de Estado en la persona de Rex Tillerson, CEO de Exxon Mobil. Entrelazar política y petróleo en Estados Unidos no es ninguna novedad, pero ésta designación tiene el aditamento de construir un nuevo sistema de alianzas internacionales con el líder ruso Vladimir Putin a los efectos de frenar el avance chino. Aún no aparecen claros los alcances de este nuevo diseño de hegemonía territorial, con cierta reminiscencia de los parámetros de una “nueva guerra fría” sin el muro de Berlín, pero con tensiones intrínsecas que seguirán siendo “materia de negociación”. Putin necesita estabilizar Eurasia y Trump construir un nuevo marco geopolítico mundial que frene y condicione el avance chino, y plantee un nuevo enfoque, en sus relaciones con la Unión Europea, además de promover acuerdos que estabilicen Oriente Medio y el Norte de África.
Inclusive, este nuevo acercamiento Ruso-Americano, aparece muy importante para Vladimir Putin. En estos momentos el posicionamiento de Rusia es inferior al de China, pero también al de Estados Unidos, ya que siendo la quinta economía del mundo con 2,5 billones de dólares, constituye también una fuerza militar inferior a la estadounidense, y un poder económico y político, insuficiente para alterar las relaciones de poder en el sistema político internacional por si misma.
El debate ya iniciado sobre el nuevo orden internacional, no parece que se agote sin embargo en estas zonas señaladas
Después de la errática política de Hillary-Obama en Medio Oriente, con la autonomización de Isis y con la desestabilización regional generada por la Primavera Árabe en el norte de África, parece llegar el momento de la solución Euroasiática, el acuerdo de la no intromisión de Occidente en Crimea, la solución geopolítica en Ucrania y la injerencia activa y acordada en conflictos fuertes como Siria, Egipto, Irak, Libia, y toda la zona del Magreb, además de intervenir en las zonas de guerras civiles en África.
Quizás este acuerdo tenga contradicciones y tensiones, como vemos hoy, con Trump hostigando a Irán, Cuba y Venezuela, aliados geopolíticos tácitos de Putin, pero a su vez marcará un nuevo sendero en el diseño de la política internacional de Estados Unidos y de Rusia. La regulación de la tasa de interés, del flujo financiero de inversiones directas, del precio del petróleo y del gas y de otros bienes estratégicos como alimentos y minerales, serán claves para las definiciones estratégicas, en el tablero mundial.
También con la supuesta idea de equilibrar la balanza comercial con México, el nuevo Presidente de Estados Unidos, ha establecido una política hostil contra los inmigrantes, con procesos de restricción al ingreso y con deportaciones, que bajo supuestos objetivos de seguridad, se anuncia superarían, los dos millones y medio de personas, expulsadas por el Gobierno de Barack Obama.
Gran cantidad de puestos de trabajo se han perdido en Estados Unidos por trasladarse a México y otros lugares, donde se produce más barato, pero ello al mismo tiempo redujo el mercado norteamericano, porque esos trabajadores que lo hacían en Estados Unidos, pasan a ser desempleados de bajos ingresos, y esto implica que en esa lógica, los únicos que ganan son quienes no producen nada y solo están en las pantallas Blomberg, de Wall Street.
Sin embargo mas allá de lo declamativo y del anuncio de la construcción del publicitado “muro fronterizo” con México, junto a la búsqueda de “repatriación” de muchas empresas norteamericanas, “desterritorializadas”, lo cierto es que esta parte de su plan, ha tenido un primer tropiezo en la última reunión en Filadelfia con los parlamentarios de su partido, convocada por Paul Ryan, el Presidente Republicano, de la Cámara de Representantes. Allí sus propios amigos del “Grand Old Party” le pusieron límites, en el marco de las discusiones referidas a la vigencia y la renegociación del NAFTA. La preocupación manifiesta de los parlamentarios de 28 estados, de los presentes allí, fue que una re discusión del tratado podría ser perjudicial para muchos de ellos, ya que estas áreas exportan el 70% de su producción a México y Canadá. Allí se conforman centros industriales y comerciales, que producen 55 mil millones de dólares en exportaciones y que emplean a 1.4 millones de estadounidenses.
Además debió retroceder de su idea original y nominar a Alexander Acosta, abogado latino de Florida y ex funcionario de George Bush, al frente del Departamento de Trabajo.
Pero tal vez, su decisión más trascedente en el mediano plazo, más allá de las mencionadas, es la de aumentar de modo sostenido la tasa de interés por parte de la Reserva Federal generando un intento de “flight to quality”, es decir, de lo que muchos economistas americanos denominan “vuelo hacia la calidad”, del flujo financiero internacional, que recorre Estados Unidos.
Esta decisión, busca atraer el financiamiento de inversión directa en Estados Unidos para con el sector público, sobre todo en materia de infraestructura para el desarrollo, intentando llevar adelante un programa de inversión pública de infraestructura, con el objeto de generar empleo rápido de baja calidad, que constituya un mecanismo de enfriamiento de un gran factor de protesta social en el país, y que dote a su gobierno de un “soporte político y social” basado en la adhesión de los desempleados blancos de baja calificación educativa de entre 30 y 50 años, sus principales votantes.
Lo que aparece necesario para Trump, en virtud del rechazo que genera su figura en el denominado “neoliberalismo progresista”, término que puede sonar como un oxímoron, pero que describe un alineamiento, que aunque perverso, es muy real: una alianza de las corrientes principales de los nuevos movimientos sociales (feminismo, antirracismo, multiculturalismo y derechos de los LGBTQ), por un lado, y los sectores de negocios de gama alta, y de sectores de servicios de gran capacidad simbólica, desde el punto de vista cultural (Wall Street, Silicon Valley y Hollywood), por el otro.
La perspectiva latinoamericana y argentina
Hace ya 8 años, en el Seminario NUEVAS OPORTUNIDADES EN LA RELACION ESTADOS UNIDOS AMERICA LATINA: PESPECTIVAS LATINOAMERICANAS, que se desarrolló en el Wollman Hall, de la New School University de Estados Unidos, se discutieron reportes publicados por el Council on Foreign Relations, el Brookings Institution, el Americas Society, y el Woodrow Wilson International Center for Scholars.
En todos esos trabajos, América Latina no tenía la mejor parte. Se discutía allí lo que algunos ingenuamente señalaban como “integración positiva” y el intelectual norteamericano Greg Gandin denominaba “el Taller del Imperio”.
Es decir, que ya en el inicio del primer gobierno de Obama se discutía en Estados Unidos que el proceso globalizador neo liberal amenazaba el propio “Sueño Americano”.
Ocho años después, Argentina en este reparto tiene la peor parte. Se trata de una economía que como la nuestra, no es complementaria con Estados Unidos y en cualquier reparto de dominio territorial, tampoco formamos parte de sus prioridades estratégicas.
Argentina puede verse afectada ante esta situación por múltiples razones, entre las que se destacan:
El aumento sostenido de la tasa de interés, que señalamos más arriba, es un límite concreto al financiamiento internacional que planea el gobierno macrista como su única política de recursos. Esta situación, sumada a un déficit fiscal creciente, combinado con la recesión vigente, y el aumento del costo del servicio de la deuda, transforman a nuestra economía en una bomba de tiempo.
La búsqueda por parte de Estados Unidos de repatriara capitales americanos, sumada a la intención de atraer inversiones extranjeras directas, es un hecho casi definitivo en el corto y mediano plazo, lo que transforma en ridícula por irrealizable, a la estrategia de “lluvia de inversiones”. Además, las escasas inversiones globalizadas y financieras existentes buscan renta corta y bajo compromiso fiscal. Por ende aquellas que generen empleo irán prioritariamente a China, el Sudeste Asiático y Europa del Este, y aquí solo llegarán a pesar de la impostada algarabía de “volvimos al mundo financiero”, aquellas destinadas a financiar fuga de capitales y especulación financiera de corto plazo, con las Lebacs como mascaron de proa.
El proteccionismo en ascenso impulsado por Donald Trump y la principal potencia del mundo, agudizará el proceso que se inició en el año 2014 con la combinación de devaluaciones sistemáticas de diversos países, las que provocaron una guerra de monedas, que implicó acciones proteccionistas multilaterales que provocaron cierre de fronteras económicas. Las consecuencias directas e indirectas fueron precisamente el deterioro de los términos del intercambio de muchos países, pero principalmente los del nuestro.
La obcecación de los Gobiernos Argentino y Brasileño, de insistir con la Alianza del Pacifico y el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea, marcan su atraso conceptual y su absoluto desconocimiento de los actuales términos de intercambio, del comercio y la producción internacionales.
Conclusiones Preliminares
En definitiva, la combinación de más tasas de interés, menos inversiones directas de origen extranjero y mayor proteccionismo de nuestros clientes comerciales en el hemisferio norte, sumado a la casi segura restricción de mercados para manufacturas de origen chino, generan decididamente, un escenario desfavorable para nuestras perspectivas de crecimiento económico, nacional y regionalmente, en el marco de los actuales y disparatados planes económicos de Macri y Temer.
El problema es que esto, no solamente nos afecta a nosotros, sino también a nuestro principal socio comercial, Brasil. Que con inestabilidad política, recesión económica, y dos años consecutivos de caída en el PBI equivalente a 7 % acumulativo, constituye un motivo adicional de preocupación.
El escenario que se viene, marca un nuevo mapa internacional de escaso apego al ya depreciado derecho internacional y con acuerdos políticos parciales y precarios.
No son buenas las noticias para nuestro país con esta lógica de gobierno argentino actual, donde se desaprovechan, producto de erróneas políticas de gobierno, las oportunidades de desarrollo que tiene nuestra nación.
En este nuevo escenario internacional, la principal potencia del mundo, producto de la muy poco exitosa política de Barack Obama, y del Partido Demócrata, coronada por la conspiración para evitar que Bernie Sanders fuera el candidato de su partido, ha elegido a un Presidente de 70 años de edad, sin experiencia política anterior.
La vocación, ya muy visible de los pueblos, por construir líderes “antisistema” y “antiglobalización” exige también una mirada especial desde los movimientos populares que exprese la rebeldía y el hartazgo del electorado, respecto a las recetas tradicionales del “neoliberalismo global”, pero que a su vez, contenga una agenda de derechos políticos, civiles y sociales que no pueden estar en riesgo.
La falta de comprensión de esta situación de parte del Partido Demócrata en Estados Unidos y de muchas fuerzas políticas populares y de centro izquierda de Europa, han configurado una radicalización de los procesos políticos, que tiende a generar desesperación de los trabajadores, ante la incomprensión de sus representaciones políticas tradicionales y ante ello, la búsqueda en cualquier lugar del sistema político, de alternativas al statuo quo.
Trump es un emergente que demuestra que el hartazgo de los trabajadores desborda cualquier dique de contención política e ideológica, aun en direcciones no del todo deseables.
Resulta evidente de todos modos, que los discursos políticos conservadores ya no pueden competir con ventaja, porque su defensa de lo existente generado por la globalización neo liberal, no merece a esta altura, como otrora, el apoyo de millones de sus víctimas.
Se abre una nueva instancia, un nuevo escenario, con nuevos actores, en el que Argentina debiera propugnar a redefinir con America del Sur, el territorio natural de su futuro, un nuevo escenario bioceánico, de acuerdo continental y mercado interno coordinado, en donde poner las expectativas sociales y productivas, del desarrollo que nuestro país aun se debe.