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24-04-2017

Macron y la Ilusión Progresista

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La paradoja de “lo nuevo”, que representa todo lo que fracaso en Francia, en los últimos 10 años.


La primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas, nos dejó una novedad inédita en la quinta república francesa, vigente desde 1958. Ni socialistas ni republicanos, estarán presentes en la segunda vuelta, que elegirá al presidente francés el próximo 7 de mayo. 
El ex ministro neoliberal-europeísta, Emmanuel Macron, competirá contra la contendiente ideal, la “inviable” Marine Le Pen, defensora de un programa que ve en las consecuencias de exclusión y desempleo que genera el neoliberalismo, y no en la propia existencia del mismo, los problemas de la “patria gala”.

Será la excusa exacta, para que las “puras almas progresistas”, puedan votar a un banquero neoliberal como Macron.

Todo indica que Francia continuará por la senda de la desigualdad y la exclusión, con los bancos como principales beneficiarios, de las políticas públicas. Una argentina ilustre, dijo alguna vez que “los únicos privilegiados son los niños”. En esta etapa de la modernidad europea, podría repensarse aquello, señalando que “los únicos privilegiados son los bancos”.

La Europa financiera y empresarial, ha desarrollado con éxito un experimento impensable hace muy poco tiempo en Francia. Una propuesta electoral constituida por las corporaciones y sus gerentes en Abril de 2016, llegará a la presidencia de Francia, sin siquiera necesitar cooptar a las burocracias partidarias, de los partidos tradicionales.

Es obvio, aunque no lo parezca en la “euforia democrática” de hoy, que esta “tranquilizadora victoria” no hará más que representar y defender, un programa de gobierno que profundizará el sostenimiento de un modelo europeo financiero, que ya desembocó en la crisis global de 2008, donde solo fueron reconocidos como “victimas a proteger y rescatar” a los bancos, incluso por sobre los ciudadanos.

Macron será el presidente, que intentará seguir con la flexibilización, el ajuste salarial, el desempleo y la precarización laboral, en búsqueda de la denominada “competitividad”. Ha dicho claramente que “Francia solo podrá influir sobre Alemania si tiene competitividad en el plan económico y financiero”, y luego señaló “seremos fuertes en Europa y en el mundo, porque habremos hecho reformas”, Se refería a su proyecto de flexibilizar por decreto, los derechos de los trabajadores, modificando regresivamente el ejemplar Código de Trabajo francés. Ni Hollande, que uso un vericueto jurídico, contenido en el artículo 49/3 de la Constitución, se animó a tanto. Anoche Macron intento desmarcarse del perfil de “producto electoral corporativo” con el que se lo ha señalado reiteradamente. Dijo “Quiero unir a los franceses”. El manual de marketing parece ser global.

Pero no todas son malas noticias. Las elecciones de ayer han confirmado la recomposición del sistema político francés. A la ausencia “oficial” de socialistas y republicanos en la segunda vuelta, representados en los hechos por Emmanuel Macron, obteniendo entre ambas formaciones tradicionales, un magro 25% de los votos, se suma la auspiciosa aparición de Jean-Luc Mélenchon y France Insoumisse (que ayer obtuvieron alrededor del 19,4% de los votos, es decir  más de ocho puntos más que en 2012, un incremento muy significativo, y ganando en distritos muy importantes como Marsella y Lille). La alternativa de Mélenchon es claramente positiva y transformadora, pese al absurdo signo descalificatorio, de muchos medios de comunicación que la “igualan” con Marine Le Pen y el Front National.

La izquierda francesa se ha reinventado en esta campaña.  Mélenchon se negó a dar anoche una recomendación de voto para la segunda vuelta, entendiendo que no es conveniente apoyar a Macron, del que France Insoumise será oposición.  

Francia mide hoy su futuro, en los grados de autonomía nacional que pueda recuperar. La vida de la mayoría de los franceses se ha degradado, siguiendo las recetas del Banco Central Europeo, y nada da a indicar que Macron altere esa receta.

La Unión Europea es hoy más importante que el estado francés y Macron ha reafirmado su apoyo a ese formato político institucional.

La discusión, entre “nacionalistas”, y “europeístas” no ha sido atendida por los medios de comunicación en el análisis electoral. Los medios, solo preocupados por colocar a “su muchacho” Macron en la segunda vuelta, preferentemente contra el monstruo fascista de Le Pen, no han tomado nota de lo sucedido ayer en este aspecto. 

La realidad es que 8 de los 11 candidatos que concurrieron ayer son más nacionalistas que europeístas y que el voto sumado de todos ellos supera  el 50% de lo expresado y que el malestar por la subordinación de Francia al Euro y a la OTAN, es aún mayor.

La posición de Emmanuel Macron, más allá del esfuerzo de los medios de comunicación por “blindarlo” es bastante frágil. Su victoria parece a la vez un experimento exitoso, pero también un último recurso, para evitar el repudio masivo a la globalización neoliberal.

El domingo 11 de junio, se votarán a los 566 diputados de la Asamblea Nacional. Esa elección marcará el poder institucional real de Emmanuel Macron para llevar adelante su Plan de Gobierno, globalizador, europeísta y neoliberal.

Todavía queda mucho por ver.