Santa Fe, Miércoles 9 de octubre de 2024
09-08-2017
Declaración de los Acompañantes Internacionales de la Elección Constituyente
Transcurridos diez días, desde la masiva votación aprobando la Asamblea Nacional Constituyente en la República Bolivariana de Venezuela, donde más de 8 millones de venezolanas y venezolanos, eligieron a los 545 Constituyentes que elaboraran la Carta Magna de ese país, se hacen necesarias algunas reflexiones.
La oportunidad de haber estado allí, nos permite apreciar varias cosas, pero entre las más notorias se pueden destacar:
El alto nivel de respaldo popular del chavismo, respaldo invisibilizado por la cadena internacional del odio, que intenta asociar, falazmente, a un simpatizante chavista, con lo peor de la política y el autoritarismo.
El odio de una parte de la llamada oposición venezolana, para con los sectores más humildes de la población, ciudadanizados por la Revolución Bolivariana en un proceso que lleva 18 años ininterrumpidos de inclusión social, pueblo venezolano que sigue siendo denostado por la oligarquía de ese país.
La absoluta hipocresía del mundo neoliberal occidental, preocupado por impulsar el control extranjero de los enormes recursos naturales de Venezuela, y no por la democracia en ese país.
En un mundo fundamentalista, donde se confunde democracia con neoliberalismo, en clave absoluta y religiosa, experiencias como la de Venezuela aparecen como “pecados intolerables”, que deben ser aplastados por la “inquisición neoliberal”.
Venezuela se plantea una democracia de contenido social y soberano, ajena al modelo neoliberal de darwinismo global, que viene transformando en millonarios al cinco por ciento de la población y en miserables al resto de la humanidad.
El credo neoliberal, que se concibe a sí mismo como una religión y no como uno de los tantos proyectos políticos que pueden caber en una democracia, pretende colocar “afuera del mundo civilizado” a todas las experiencias como la de Venezuela, que no crean en una democracia, donde el mercado domina al estado y donde la economía subordina a la política.
El neoliberalismo y sus cruzados son intrínsecamente antidemocráticos, porque no admiten que las sociedades pueden resolver soberanamente su modelo organizativo, ni admiten que la solidaridad humanista de carácter pública y no el lucro privado individual, sean los ordenadores de las sociedades y de las políticas gubernamentales.
El neoliberalismo que dice despreciar lo público, recurre sin embargo al estado. En su hipocresia, defiende los subsidios estatales cuando debe financiar sus propios desastres, como en la crisis bancaria de 2008. Privatizacion de ganancias y socialización de perdidas.
En este marco y felizmente para los pueblos del mundo, Venezuela es un ejemplo y a su vez un gran problema para los exegetas neoliberales globalizadores, los que promueven una estrategia de libre mercado total, cuya deslocalización productiva, provoca fabricas vacías y desempleo masivo, sobre todo en los propios países del hemisferio norte occidental.
Los recursos naturales radicados en Venezuela no permiten el vaciamiento productivo y el traslado de su industria a otros lugares del mundo, donde la mano de obra es esclava o semi esclava.
Esa experiencia deslocalizadora hacia la periferia capitalista, que no es viable para la industria petrolera, se viene desarrollando sobre la producción automotriz, tecnológica y textil de los países centrales, provocando verdaderas ciudades y pueblos fantasmas, y es un proceso que ya lleva varios años destrozando el Estado de Bienestar, que tuvieron alguna vez Estados Unidos y Europa.
Entonces, la instalación en Venezuela de un gobierno colonial, para alejar el petróleo del control soberano de su pueblo, aparece como el eje real, de todo el interesado debate que promueve el “occidente democrático”. El recuerdo de las “armas de destrucción masiva” en Irak, no es para nada improcedente en esta descripción de situación.
La sola comparación del interés occidental y el lugar que ocupa en sus medios de comunicación, el debate sobre la democracia venezolana y su comparación con el lugar que ocupa en el debate y en los medios de comunicación occidental, la situación de la democracia saudita, nos permite apreciar fácilmente la hipocresía del "debate democrático" y centrarlo mas cerca de su lugar real, la "hoja de ruta del petroleo global". Centrar el debate en ese lugar geopolitico real, nos permite ver más facilmente, el intento de control extranjero de la soberania venezolana.
Alguien dijo hace no mucho que era más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del neoliberalismo.
Felizmente Venezuela nos ilumina para pensar posible el fin del neoliberalismo. Ese nefasto modelo político que solo deja pobreza, exclusión y violencia por donde pasa.
Luchar por una democracia justa libre y soberana en toda la Patria Grande Latinoamericana, es la lucha a la que nos invita Venezuela, y el triunfo de su lucha, es la posibilidad de alumbrar un mundo más justo.
Quien crea que no es importante y no lo entienda así, no entiende el mundo en el que vive.