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18-10-2008

Emotivo Homenaje de la Cámara de Diputados de Santa Fe, a Nicolás Casullo

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Con motivo de su fallecimiento, la Legislatura de esa provincia, le rindió tributo al gran intelectual argentino, fundador del grupo Carta Abierta, en el marco de la sesión realizada este último jueves 16 de octubre, que incluyó un minuto de silencio en su memoria, de parte de todos los legisladores presentes.

El Diputado Marcelo Brignoni fue el encargado de recordarlo, señalando que “…Nicolás había nacido en 1944 en los albores del primer peronismo. De grande fue sociólogo, escritor, investigador y docente en las Universidades de Buenos Aires, Quilmes, Entre Ríos, Córdoba y también en México y París, además de ser director de la revista "Pensamiento de los Confines", y uno de los impulsores principales del grupo Carta Abierta, y sobre todo un gran amigo, un entrañable e irreemplazable amigo, y sobre todo un militante inclaudicable de la causa nacional y popular. Formado en épocas de proscripciones y dictaduras, fue prohibida su primera novela en 1970. "Para hacer el amor en los parques”, debió esperar muchos años para ver la luz. Llevaba un título subversivo para la dictadura de aquellos días. Luego vendrían sus otras novelas "El frutero de los ojos radiantes" (1984) y "La cátedra" (2000). Dedicó mucho de su tiempo y de su esfuerzo al estudio de los medios de comunicación y de la relación entre la intelectualidad y la política. De esas preocupaciones surgirían "La comunicación, una democracia difícil" (1986), "El debate modernidad-posmodernidad" (1988), "Viena del 900: la remoción de lo moderno" (1992), "Itinerarios de la modernidad" (1996), "Modernidad y cultura crítica" (1998), y "Palabras a destiempo" (1999). Su último libro, fue el enorme "Las Cuestiones", editado por el Fondo de Cultura Económica, y que Nicolás presentó en Rosario, en Noviembre del 2007, hace casi un año. Ese material en algún aspecto premonitorio, analizó el fenómeno del populismo en América Latina y describió con precisión la profunda voluntad antidemocrática, de las viejas y las nuevas derechas, y la necesidad de ejercitar las distintas formas de la memoria que reflexionan sobre aquellos tiempos. Nicolás analizó y defendió el populismo como pocos, entendiendo como Laclau que el término populismo, es un término que la derecha usa y abusa, para acusar constantemente a los gobiernos que se orientan en una dirección nacional popular en nuestro continente, y en la Argentina especialmente, y creía como Laclau, que con el término populista había que hacer lo mismo que los cristianos hicieron con la cruz. Transformar lo que era un símbolo de ignominia en la expresión de un valor altamente positivo, portador de humanismo, de un humanismo que el creía, partía de la carencia, de la pobreza que modela actitudes nobles, y no de la abundancia y la ostentación que fomentan el desquicio de la ética colectiva. En un país que, durante muchos años, sepultó la idea de la política gobernando la economía, desde un credo neoliberal de mercado globalizado, como el que hoy reina en Occidente, que se cae a pedazos en estos días, ejemplos como el de Nicolás son un soplo de aire fresco. El cuestionaba y descubría la hipocresía, de quienes en nombre de la ciudadanía pregonaban la lucha contra la corrupción en Argentina, y que nada decían entonces y nada dicen hoy, sobre los 3 millones de millones de dólares, que se robaron, aquellos a quienes debíamos imitar, y que se descubrió recién ahora. Nicolás creía, como escribió, que “…es bienvenida la Política gobernando la economía. Es bienvenida la Política como permanente conflicto entre intereses que estructuran ideas diversas de justicia social, laboral y cultural. La Política como Estado protagónico de un desarrollo. Y la Política como refundadora del respeto irrestricto a los derechos humanos y como organizadora institucional desde el Estado, de la memoria del exterminio. Bienvenidos sean los tiempos de un debate que agitó las aguas de un país que hacía mucho que no salía de sus escuálidas obediencias políticas y sus consabidos mayordomos dirigenciales. Se esté de acuerdo o se critique lo actual, la escena pasó a ser otra, felizmente. Sin duda el mejoramiento de la calidad democrática es indispensable para consolidar el sistema vigente. Pero para esto último hace falta un paso previo indispensable, que la política haya vuelto, que haya retornado para ser discutida no como sierva de las circunstancias globales, no como abstracta regla institucional de reproducción pasiva de la inequidad, sino como un acontecimiento de un santo y seña argentino lentamente recobrado, en un planeta tumefacto que produce políticas y miserias por todas partes contra los mundos terceros, y los desheredados de la tierra…”. Su última criatura, fue el grupo Carta Abierta, en su eterno afán de ver juntos a los intelectuales y a los emergentes sociales y políticos construyendo una patria para todos. Siempre repetía “...era el año 1900. En un café de Viena jugaban al ajedrez Tristán Tzara y Vladimir Lenin. La vanguardia artística se encontraba con la vanguardia política...”, y no escondía su admiración. Cuando le preguntaron, el porque del nombre carta Abierta, Nicolás señaló “…En el cuento “La carta robada” de Edgar Allan Poe, lo más intrincado de percibir es lo que nunca dejó de estar delante de los ojos de todos. Una carta. El lugar de la carta en realidad debía saltar de inmediato a la vista, siempre que se pensase contra las políticas explicativas que desorientaban la mirada sobre su paradero. Políticas explicativas como los mundos discursivos que escondían la carta, y lograban –como dice Dupin, el protagonista– que lo más expuesto sin embargo “escapase a la observación por demasiado evidente”. Pero la carta siempre estuvo ahí. Desde el principio de esa historia. En el tarjetero sobre la repisa de la chimenea. La narración de la propia pesquisa borraba la visibilidad de ese hecho esencial, como en este debate…”. En uno de los últimos reportajes que concedió, el 27 de junio de 2008, en medio del Lock Out agropecuario, y con el título "Conflicto agrario: de dónde viene tanta bronca", le señaló a Gabriela Vulcano “… Yo pensaba que "el peronista" y "el gorila" estaban en una suerte de extinción mucho mayor de lo que en realidad están. Reaparecen porque es una forma muy cultural y argentina de leernos socialmente, de leer valores, conductas y costumbres. Y si bien es una historia vieja, permite entender donde estuvo cada uno, en los últimos sesenta años de nuestro país…”. Jorge Bernetti, con quien compartíó la vocación por la causa nacioanl y popular, el exilio mexicano y la pasión por Racing, sintetizó mejor que ninguno de nosotros, la reflexión sobre el amigo ausente para siempre. Dijo "…fue un ejemplo de intelectual crítico, trabajó siempre con la conciencia de que debía cuestionar su propio trabajo para alcanzar una comprensión de la sociedad y del proceso histórico, y también fue un hombre dotado de un extraordinario sentido del humor, de una gran capacidad de análisis corrosivo, un adversario consecuente de toda solemnidad y un amante de las causas y los sentidos populares, sin abandonar su lugar de intelectual…". Hasta siempre compañero Nicolás, te vamos a extrañar..."