Santa Fe, Lunes 15 de julio de 2024

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04-10-2020

Incendiar la Pradera

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OPINIÓN via @ElPaisDigitalOK Suponer que el consenso político emerge de cualquier otro lugar que no sea una correlación de fuerzas, es tan novedoso para la ciencia política como para la economía. El empate no existe en política y triunfo o derrota son las únicas dos caras de una moneda que nunca caerá de canto www.elpaisdigital.com.ar/contenido/incendiar-la-pradera/28545

Próximo a cumplirse un año del triunfo electoral que depositara a Alberto Fernández en la Presidencia de la República Argentina, aquella vieja frase que Mao Zedong pronunciara ante el Partico Comunista Chino en 1930 para incentivar su espíritu de lucha, hoy ha sido recogida con un sentido opuesto por la oposición antiperonista, para darle norte a su plan de acción política.
 
El antiperonismo opositor ayer como hoy, y más allá de sus circunstanciales referentes electorales, ha sido y es conducido por el poder económico concentrado, hoy mucho más transnacionalizado que ayer, pero siempre incapaz de asumir algún tipo de compromiso mínimo con la democracia y con el respeto al derecho de las mayorías populares, de que los gobiernos electos por el pueblo, puedan llevar adelante su programa de gobierno.
 
La todavía vigente reivindicación del golpe de estado de 1955, iniciado meses antes con un imperdonable bombardeo a la Casa de Gobierno y a la Plaza de Mayo, llena de civiles trajinando su cotidianeidad, es un ejemplo claro de la fractura social reinante y sigue marcando el estado del debate político argentino, tan indeseable como real, más allá de voluntarismos de cualquier tipo.
 
La recurrente inutilidad del Teorema de Pugliese -les hable con el corazón- para intentar un tan meneado como imposible acuerdo con la conducción política del poder económico, ratifica ya de modo tan elocuente como peligroso, que la vocación de la oposición antiperonista por incendiar la pradera, ya no es metafórica sino explicita, incluso con llamas reales de incendios intencionales en grandes extensiones de 14 provincias argentinas, a partir de lo cual ocupamos en el pésimo ranking de países incendiados, el nada meritorio segundo lugar.
 
Suponer que el consenso político emerge de cualquier otro lugar que no sea una correlación de fuerzas, es tan novedoso para la ciencia política como para la economía. El empate no existe en política y triunfo o derrota son las únicas dos caras de una moneda que nunca caerá de canto.
 
El ahora
 
“Estas últimas medidas anunciadas nos acercan al 89” señalo con cinismo inigualable, un operador del mercado agro exportador que forma parte activa del grupo de tareas empresario-mediático-judicial que sueña con volver a los tiempos donde el poder económico dominó la democracia argentina, a partir de la hiperinflación de aquel año. Esa impunidad hegemónica, recién fue interrumpida por Néstor Kirchner en 2003.
 
Esta semana y luego de varias reuniones contra reloj con algunos empresarios, el Gobierno presentó este jueves las medidas “transitorias” para intentar a través de exportaciones, obtener al menos 6 mil millones de dólares.
 
El paquete incluye “seducciones compensatorias” de distinto tipo como baja de retenciones a la soja y sus derivados y a los bienes industriales y finales elaborados. Además, habrá un 0% de derechos a la exportación de autos extra Mercosur y reintegros a la industria. Con esta última medida hacia la industria automotriz, resulta una quimera pensar que alguna terminal va a vender en Argentina un automóvil a la mitad de su valor en dólares de lo que podría exportarlos. El mismo auto que hoy se vende en Argentina a 10 mil dólares blue, vale casi el doble en cualquier otro país de la Unión Europea, e incluso de la Región.
 
Una economía bimonetaria
 
Mas allá del esfuerzo por cambiar el “paradigma cultural”, nuestro país es bimonetario y los precios se fijan en relación al dólar que se puede comprar, que, aunque sea tan ilegal como la cocaína o los productos de contrabando existe y tiene un valor, como todo en el capitalismo, en el mercado blanco o en el negro.
 
Perón solía decir que “la única verdad es la realidad”, lo que más aun en nuestro país, es un concepto absolutamente inoxidable.
 
Subir la tasa para bajar la demanda de dólares, que tal vez sea el mito neoliberal mas viejo y fracasado de los últimos 30 años en Argentina, no parece una medida que produzca el resultado previsto, y de hecho no ha sucedido nunca anteriormente.
 
El actual Presidente del Banco Central, Miguel Pesce, de virtudes no muy reconocidas en la actualidad, parece bastante confundido ante la coyuntura.
 
A pesar de todos los anuncios sucesivos que precedieron a los del jueves último, el Banco Central en la penúltima semana de septiembre se desprendió obligadamente de 795 millones de dólares y el último día de septiembre cerró la jornada con un dato oficial de poco más de 41 mil millones de dólares de reservas.
 
El anuncio de facilitar inversiones extranjeras directas a través del mercado oficial permitiendo que puedan ser repatriadas en el primer año de realizadas, choca con la realidad de que a pesar de que se habilitó en enero 2020 el giro de utilidades al exterior del 30% de la inversión total, no se registran nuevas inversiones de este tipo desde entonces.
 
Lo que viene
 
Argentina tiene una larga e infructuosa tradición de pretender “multiplicar exportaciones” de bajo valor agregado para “crecer”. Nunca sucedió, nunca funcionó. El 70 por ciento de lo que se produce en Argentina se consume aquí. Con salarios promedio orillando la línea de pobreza y sin un mercado interno potente que genere empleo, no parece haber muchos compradores de bienes durables y por ende sin esa demanda el mercado laboral seguirá estancado.
 
Por otra parte, en el acumulado de los primeros ocho meses del año, el complejo agro exportador solo liquido 13.346 millones de dólares. Es la cifra más baja desde 2009 y representa una caída del 12,2% frente a igual período del 2019. Volver a los valores del 2019, ya sería un logro importante.
 
La oposición seguirá intentando incendiar la pradera para “volver al 89”.
 
Sin una estrategia de poder real que mejore la condición de vida de los sectores populares -el apoyo real del gobierno nacional- y que obligue al poder económico a someterse a las reglas de juego de la democracia, seguirán intentando conspirar contra el peronismo y contra la democracia para “salvar la República”. Lo hicieron en el pasado, volverán a hacerlo si pueden. Ese lugar les queda cómodo, la democracia no.
 
El Teorema de Pugliese no será suficiente para evitarlo.